Tras cruzar la puerta y recibir los abrazos: apenas nos dimos cuentas del agua acumulada en los sótanos, tuve que adentrarme bastante para ser consciente de estar pisando el agua estancada. Andábamos de un lado para otro a la espera que los compañeros siguieran dándonos las instrucciones para seguir adentrándonos en las viviendas.
El agua pegajosa nos iba empapando los pies, el hedor al removerse el agua se hacia notar.Unas nos cobijamos en las escaleras de un portal (ahora se que era el portal nº 1) otras daban vueltas por el sotano, a la espera de nuevo el aviso de los compañeros, para saber hacia donde teníamos adentrarnos.
¡Y al fin la señal! Subimos por las escaleras de uno de los portales ( portal nº-4). Cuando subimos y nos adentramos al piso que estaba abierto quedamos alucinadas: esperábamos un piso vació e inhóspito, y nos encontramos con casi un hogar, ¡NUESTRO HOGAR! aunque diminuto para tantas personas,el verlo el piso amueblado me dio una sensación de arropo y calor. Las lagrimas nos corrían a mas de una por las mejillas.
EL DESTINO SEGUÍA PONIÉNDOSE DE NUESTRA PARTE.
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